¿Puede el gas contribuir a la sostenibilidad energética?

Cuando se habla de energías renovables y de sostenibilidad energética, a menudo se piensa en la electricidad y en la generación de ella mediante paneles solares o molinos eólicos modernos. Pero, ¿pueden también aplicarse esos conceptos al gas? La respuesta es que sí. En algunos casos, todavía se trata de proyectos en ciernes y están en fases muy iniciales que dependen de grandes inversiones estatales y empresariales para su desarrollo. Pero en otros casos están relacionados con aspectos más cotidianos. Aquí te damos algunas pinceladas.

Producción de gas renovable

La mayoría del gas que consumimos procede de reservas que, aunque grandes, no son infinitas. Sin embargo, se está avanzando mucho en la generación de dos tipos de gases que sí se pueden considerar renovables:

  • Hidrógeno verde: se trata de aquel que se obtiene de los excedentes de la energía eléctrica renovable y una de sus ventajas es que puede utilizarse en todos los sectores energéticos: el doméstico, el comercial, el de la movilidad, el industrial y, a su vez, el de la generación eléctrica. España quiere erigirse como uno de los grandes impulsores de esta fuente de energía
  • Biometano: también llamado biogás. Es aquel que se obtiene a partir de residuos y se produce en plantas de tratamiento. Por tanto, es un magnífico ejemplo de reciclaje y de economía circular. Ejemplos de este tipo son la planta de Valdemingómez en Madrid y la de La Galera, en Tarragona.

 

Almacenamiento y uso de la infraestructura existente

Y una vez producido el gas sostenible, ¿qué? La buena noticia es que tanto el hidrógeno verde como el biometano pueden transportarse por la infraestructura de gasoductos ya existente. Además, el hidrógeno verde y el biometano se pueden almacenar para su uso en momentos distintos a la producción o en lugares donde no llega la infraestructura de gas.

 

Tarifas que fomenten el uso responsable

Otro factor de sostenibilidad del gas tiene que ver con el uso diario de los consumidores finales. Al igual que ocurre con la electricidad, en los últimos años se ha avanzado mucho en la flexibilización del consumo y de la facturación. De esta manera, han surgido comercializadoras que pueden ofrecer una mejor tarifa gas a perfiles de usuario muy distintos: desde pequeños hogares que desean pagar una tarifa plana durante todo el año a empresas que buscan optimizar su consumo en función de su volumen. Además del ahorro económico que ello puede suponer, estas nuevas formas de tarificación traen otras consecuencias positivas, como una mayor transparencia en el servicio y una mayor concienciación con respecto al ahorro, no solo por cuestiones económicas sino también medioambientales.

Por todo ello, el gas también tiene mucho que decir en el gran reto al que nos enfrentamos en los próximos años: lograr una producción y un consumo de energía verdaderamente sostenibles y, con ello, mitigar los efectos del cambio climático en nuestro planeta.

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