El fracking o fractura hidráulica es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas natural y petróleo del subsuelo a grandes profundidades. En España se quiere aplicar fundamentalmente para extraer gas de lugares donde no sería rentable hacerlo mediante técnicas convencionales. Para utilizar el fracking se deben abrir pozos por los que se inyecta agua, arena y aditivos químicos a presión en el terreno con el objetivo de facilitar la salida del gas natural hacia el exterior. La mayor parte de los productos químicos inyectados se quedan en el terreno y otros se liberan a la atmósfera con la extracción del gas natural. Esto provoca una contaminación del subsuelo, de los acuíferos, de la atmósfera y en general del medio ambiente. La fracturación hidráulica consume unas enormes cantidades de agua que deben ser llevadas hasta la boca del pozo.
Obviamente las grandes compañías petrolíferas y gasistas están muy interesadas en esta técnica porque les permite obtener nuevos recursos energéticos a precios muy asequibles, que de otra manera no podrían conseguir, y están presionando a todos los gobiernos para conseguir licencias de extracción en todo el mundo. En Estados Unidos, donde nació esta técnica, está siendo ámpliamente utilizada desde que la administración Bush le dió vía libre, liberándola de cumplir con las normativas de protección medioambietal. Como ejemplo se puede mencionar el informe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EEUU donde se asocia el fracking con la contaminación de las aguas subterráneas en el estado de Wyoming.
En Europa no existe una regulación específica sobre la técnica del fracking, pero países como Francia, Holanda, Luxemburgo o la República Checa lo han prohibido en su territorio. Otros países como Alemania donde inicialmente se concedieron licencias de explotación, han dado marcha atrás decretando una moratoria que finalmente ha terminado con la prohibición del fracking en zonas cercanas a acuíferos y pozos de agua y están obligando a las compañías explotadoras a realizar exhaustivos estudios de impacto ambiental antes de conceder ningún permiso más. Otro ejemplo europeo es Austria donde se ha regulado el fracking con unas condiciones que garantizan un impacto ambiental muy limitado y esto ha hecho que no sea económicamente viable y las empresas no lo estén explotando.
En España no hay ninguna normativa nacional que regule el fracking, y el Gobierno ha rechazado prohibirlo a nivel estatal, son las comunidades autónomas las que están publicando sus propias regulaciones. El gobierno de Cantabria aprobó la Ley en la que se prohíbe la técnica del fracking, al igual que en Navarra, mientras que en el País Vasco, Castilla y León y Comunidad Valenciana se están concediendo permisos de investigación, pese a la disconformidad de diversas organizaciones y a la falta de estudios de impacto ambiental específicos que determinen el impacto exacto de esta técnica en las aguas subterráneas y en el medio ambiente.
Hay otros riesgos aparte de la contaminación de los subsuelos y de los acuíferos que el Parlamento Europeo menciona en su informe de 2011 (elaborado por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria) y que son la emisión de contaminantes a la atmósfera, las fugas de líquidos de fracturación, la utilización de más de 600 productos químicos, y el riesgo sísmico que se puede producir al realizar desplazamientos de materiales en el subsuelo.
Quisiera resaltar que a la larga el país va a perder más que ganar con esta técnica: quién querrá comprar nuestros vinos cuya uva esté contaminada; lo mismo pasa con el aceite de oliva, frutas y hortalizas y productos derivados de animales, como la leche. Sin contar con el aumento de personas que puedan enfermar por beber agua contaminada.
En Argentina ya se practica esta técnica y ya se están viendo las horribles consecuencias: territorios desvastados por la instalación de pozos, caminos, piletas, galpones; dueños de las tierras que se quedan sin nada; agua contaminada que no se puede consumir, por lo tanto toman agua de bidones que a veces provee el gobierno; enfermedades en las personas que viven cerca de los pozos (ya hay fallecidos por esto); utilización de grandes cantidades de agua de ríos, lagos, lagunas que luego se recupera un 30% y contaminado; accidentes en las instalaciones o la logística que provoca derrames en el suelo de sustancias altamente nocivas o que son arrojadas a los ríos de los valles productivos. GRACIAS POR DIFUNDIR
Gracias Lidia por poner de manifiesto tu testimonio de lo que ocurre en Argentina. Mucho me temo que si no se toman cartas en el asunto rápidamente por parte de las Autoridades lo mismo va a ocurrir en otras partes del mundo, especialmente en España, donde el Gobierno no ha mostrado ningún interés en las nefastas consecuencias que el fracking puede producir.
No estoy de acuerdo con el sistema fracking.